Educar es una tarea global que va más allá de la transmisión de conocimientos.
Educar procede del latín “educare”, que significa conducir, dirigir, encaminar, guiar, orientar, etc. y consiste en desarrollar las habilidades y capacidades del alumno, atendiendo a todos sus aspectos (físicos, intelectuales, sociales y éticos).
El niño es el protagonista de su aprendizaje y el maestro un guía que estimula su espíritu crítico, transmitiendo valores como el esfuerzo, respeto, disciplina, tolerancia frente a la frustración, paciencia, superación, etc.
Para ayudar a su crecimiento, los maestros, y especialmente los tutores, debemos:
- Diseñar realidades de aprendizaje centradas en nuestros alumnos; generando situaciones motivadoras y significativas para que se impliquen totalmente.
- Crear oportunidades para que lleguen cada vez más lejos, aprendan permanentemente y desarrollen su autoestima y las competencias necesarias para la vida.
- Atender a las dificultades que les vayan surgiendo, ayudándoles a encontrar las soluciones adecuadas para superarlas.
- Fomentar la buena convivencia y trabajar para resolver los conflictos que puedan surgir a lo largo del día.
- Facilitar la coordinación entre padres y profesores para trabajar al unísono, manteniendo una relación permanente y de mutua colaboración.
- Y siempre servir de ejemplo en la manera de hacer las cosas, en las actitudes y valores (entusiasmo, responsabilidad en el trabajo…) de modo que aprendan a respetar, escuchar, ayudar, valorar lo positivo que cada uno tiene y tolerar los fallos de los demás.
Tenemos una labor preciosa y para llevarla a cabo adecuadamente es importante tener en cuenta que todos debemos implicarnos sumando nuestras fuerzas en el proceso formativo de nuestros niños para conseguir que desarrollen sus talentos y lleguen a ser personas felices y abiertas al mundo.
Isabel Ruiz, Directora de Educación Infantil y Primaria